Quizás un cielo sin nubes alguna vez fuera una utopía; hoy no. El desorden de la habitación, la sonrisa imborrable del rostro agotado que te devuelve el pícaro espejo, los retazos de su olor: en efecto, anoche estuvo aquí. Y en la oscuridad de la habitación sólo se veía un sol, radiante y caluroso, un bello sol. Los rayos han calado en la tinta indeleble de este blog. No se ha ido.
Y no se irá, el sol ha vencido a la oscuridad. Prometeo nos ha hecho triunfar; Prometeo ha triunfado. O al menos, eso he de pensar en este cálido momento. Ya habrá tiempo para volver a explorar la oscuridad...
Es posible que lo utópico sea pensar en ello; vivirlo no. El momento es real. Por mi ventana veo esconderse el sol estival por el horizonte, sin ninguna nube acechando. No importa, no se ha ido. Está en esta almohada, a 30cm, a 75km o 270. Está, que se prepare el eclipse, pues ha de esperar.
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