Rehuyendo está el silencio
en palabras vespertinas
clamores del ocaso.
Durmiéndome, el tiempo.
Tres palabras marchitas
me hablan, vuelan raso.
La luz rie complaciente
tu lucha por callar.
Los minutos dolientes,
tres retazos de paz.
En cambio, YA pereces
y caes en la espiral.
El ánima, torrente
que muda cual rapaz
agita un cuerpo inerte
y lo mueve a claudicar.
Los vasos, sin cortejo
recuerdan compartidas
mejillas; condenados.
Las teclas sin derecho
plasman entre rendijas
colores renovados.
Trastorno no doliente
si me oigo al respirar.
Esta creación sedente
ha vuelto a caminar.
Y resucita.
¿Memento?
Verdad.
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